1suMqTBfhGq pdoCLZmyJ4A

Cuando Jensen Huang, CEO de NVIDIA, afirmó durante su discurso de apertura en el CES: “El departamento de IT de cada empresa va a ser el departamento de RR.HH. de los agentes de IA en el futuro. Hoy, gestionan y mantienen un montón de software de la industria de IT. En el futuro, mantendrán, nutrirán, integrarán y mejorarán un montón de agentes digitales y se los proporcionarán a las empresas para que los utilicen. Y así, su departamento de IT se convertirá en algo así como el departamento de RR.HH. de los agentes de Inteligencia Artificial o, en esencia, “el departamento de IT se convertirá en el departamento de RR.HH. de los agentes de IA”, sin duda captó una transformación trascendental: la convergencia entre la tecnología y la gestión de recursos, entre IT y RR.HH. Es una afirmación que provoca, te hace pensar y, en cierto modo, simplifica demasiado. Quizás demasiado.

Sin embargo, detrás de esta simplificación se esconde una verdad compleja que merece la pena analizar, una que llevo días pensando.

Empecemos por un detalle que muchas veces damos por sentado. RRHH son las siglas de Recursos Humanos. Y esa “H” –a menudo olvidada–, su referencia directa a la humanidad, es fundamental. En nuestro día a día profesional, solemos utilizar “RRHH” como una etiqueta abstracta, olvidando que el término evoca la gestión de personas, de sus habilidades, emociones, relaciones y ambiciones. Es un acrónimo que encarna todo lo único e irrepetible del ser humano.

Cuando aplicamos el concepto de RRHH a los agentes de IA, como en este caso, corremos el riesgo de olvidar el significado intrínseco de esa letra. Los agentes de IA no son humanos. No tienen ambiciones, emociones ni valores. No cooperan por elección, no aprenden por aspiración y no fracasan por falta de motivación. Son herramientas, sofisticadas y extraordinarias, pero herramientas al fin y al cabo. Herramientas capaces de potenciar nuestras capacidades. Compararlos con los recursos humanos, si bien es útil como provocación, corre el riesgo de llevarnos por una pendiente resbaladiza: la de la antropomorfización, de percibir a estos agentes como reemplazantes totales de los humanos en lugar de complementarlos.

Necesitamos repensar el concepto en sí. Si la “H” de RRHH no aplica a los agentes de IA, ¿qué representa su gestión? Seguramente no podemos reducir su gestión a la de un simple activo tecnológico, porque, en mi opinión, son más que eso.

Sin duda, estamos entrando en una era en la que los recursos humanos y digitales deben integrarse en un nuevo paradigma, uno que no vea a la IA como un “colega virtual”, un “pasante” o una entidad independiente, sino como un amplificador de capacidades humanas. Un modelo en el que el departamento de IT no se convierta simplemente en “RRHH para IA”, sino en un gestor estratégico de una fuerza laboral híbrida donde humanos e IA se complementan y potencian mutuamente.

Sin embargo, no podemos ignorar la validez de la visión de Huang. Detrás de sus palabras se esconde una instantánea del futuro. El departamento de IT se transformará. Hoy gestiona infraestructuras y software; mañana, gestionará agentes de IA con una lógica que recuerda a los procesos de recursos humanos: formación, seguimiento, mejora continua. Sin embargo, el lenguaje que utilizamos para describir esta evolución también debe ser transformador. No podemos simplemente tomar prestados términos existentes para describir algo radicalmente nuevo.

Al fin y al cabo, RRHH. siempre ha gestionado “recursos humanos” (como dijo una vez un amigo) y IT ha gestionado recursos tecnológicos. Tal vez, en su hibridación, debamos repensar no solo las etiquetas, sino también los conjuntos de habilidades necesarios para evaluar todo esto.

Las palabras importan. Definir el departamento de IT como “RR.HH. para IA” puede parecer práctico e inmediato, pero corre el riesgo de ocultar una verdad más compleja. Los agentes de IA no reemplazan a los humanos ni los imitan. Son complementos, apoyos, extensiones. Necesitamos un lenguaje que enfatice la integración, no la equivalencia. Un lenguaje que reconozca el valor único de los humanos y, al mismo tiempo, aprecie la especificidad de la inteligencia artificial.

Y aquí radica una oportunidad. Huang tiene razón al invitarnos a repensar los roles organizacionales a la luz de la IA. Pero tal vez el verdadero cambio no esté solo en IT o tecnología. Está en nuestra capacidad de imaginar nuevos paradigmas, nuevos conceptos, nuevos lenguajes.

¿Qué debemos seguir aprendiendo de esa “H” sin perderla? Que nuestra relación con la IA no debe perder de vista la humanidad. La IA no necesita ser “humanizada” en el verdadero sentido de la palabra para ser extraordinaria. Su fuerza reside precisamente en su diversidad, en su capacidad de amplificar lo que nosotros, como seres humanos, podemos hacer. Pero esta diversidad requiere una gestión que tenga en cuenta las diferencias, que reconozca y respete las limitaciones de la IA y, al mismo tiempo, libere su potencial único.

¿Qué debemos recordar? Que toda revolución tecnológica es, ante todo, una revolución cultural. Siempre. Si hoy hablamos de “RRHH para IA”, tal vez mañana hablemos de “Gestión de Recursos Digitales” o de un nuevo concepto aún por inventar. Pero lo que no podemos permitirnos es utilizar un lenguaje que reduzca la complejidad o desdibuje las fronteras entre lo humano y lo artificial.

Debemos esperar un cambio, un cambio inevitable. Un mundo en el que las organizaciones estarán impulsadas por la complementariedad entre humanos e IA. En el que el departamento de IT ya no será un simple administrador de infraestructura, sino un orquestador estratégico de recursos digitales. Y en el que esa “H” de RR.HH., que hoy nos invita a la reflexión, seguirá recordándonos lo que nos hace únicos: nuestra humanidad.

Quizá aún no tengamos todas las respuestas, pero sabemos que las palabras que usamos para describir el futuro ya son parte de su construcción. Y por eso, si podemos hacerlo mejor, si podemos encontrar un lenguaje que honre esta (enorme) complejidad, entonces debemos hacerlo.

Porque el futuro no se construye sobre viejos paradigmas, sino sobre nuevas visiones.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *