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Comencé a interesarme sobre el mundo chatbot hace dos años. Mi intención era encontrar una herramienta atractiva que cautivara a estudiantes millenials en mis clases universitarias de comunicación y periodismo.

Al principio realicé unos prototipos experimentales pero con plataformas que requerían un profundo manejo de código. En aquel entonces pude jugar con un primer “profebot” que respondía algunas preguntas sobre “Teoría de la Comunicación”; si bien no llegué a hacerlo público, quien lo desee puede encontrarlo en pandorabots.com.

Sucede que la programación no es mi disciplina, aunque en los últimos años me he acercado al terreno de forma autodidacta tanto por oficio como a través de cursos de Codeacademy.

A medida que mi interés por los chatbots crecía, fue que en paralelo pude escribir algunos artículos sobre el posible uso de esta herramienta y la Inteligencia Artificial en el campo del periodismo. Esta columna para Planeta Chatbot ha sido difusora de aquellas reflexiones.

Pero hace unos meses realicé un curso online de chatbots para periodistas dictado por John Keefe, encargado del desarrollo de chats en medios especializados como Quartz. Organizado por el Knight Center for Journalism in the Americas, de la Universidad de Texas, el curso fue una experiencia reveladora, ya que se abordó el desarrollo de chatbots a través de una plataforma como rundexter.com, que requiere menos código y posee un sencillo tutorial, así como un servicio de consultas online para poner en funcionamiento un bot.

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Un chatbot debe tener un objetivo

Del curso y de mis experiencias previas aprendí que el desarrollo de un chatbot debe tener un objetivo. Una historia que contar, un servicio que ofrecer, un foco.

Fue por eso que, durante la cursada, ansioso por poner en marcha una plataforma, se me ocurrió hacer un chatbot que presentara mi curriculum vitae. Así nació Quique bot, un chatbot lanzado en Facebook Messenger.

El bot comenzó contestando preguntas sobre mi trayectoria, formación y hobbies; además le agregué la posibilidad de responder algunas consultas randomizadas.

Pero al poco tiempo, se me ocurrió sumarle aquella información que los alumnos siempre me suelen preguntar y repreguntar a lo largo del cuatrimestre (fechas de examen, bibliografía, consignas de trabajos prácticos, etc.). Así este chatbot personal empezó a ofrecer un servicio educativo.

De esta manera, uno puede tipearle al bot “soy alumno” y, luego de darle la bienvenida, le ofrecerá una gama de posibilidades de información.

Desde ya, Quique bot tenía y tiene limitaciones. No tiene respuestas para todo. Por eso opté por sugerir consultas a través de “botones”. Al mismo tiempo, suelo “entrenarlo” y le incorporo respuestas a las preguntas en las que veo que no tiene un buen resultado.

Así, por ejemplo, quien seleccione “guía de lectura”, recibirá una serie de posibles preguntas para guiar el trabajo de estudio. Quien presione “parcial”, recibirá información sobre fechas y cronogramas; con “trabajo práctico”, información vinculada a las consignas.

Cabe aclarar que el chatbot asociado a Facebook funciona como si fuese un anexo de una página de Facebook, como un complemento al canal de Messenger que poseen todas las páginas de la red (de empresas, organizaciones, etc). Hoy algunas de sus normas de funcionamiento están siendo revisadas, tras los acontecimientos relacionados con Cambridge Analytica.

Pasos a seguir

¿Cómo sigue esta historia? Mi intención es superar en algún momento la barrera de que el chatbot brinde sólo información “de servicio” de la asignatura e incorpore funciones tales como hacer una explicación breve sobre algún tema puntual.

Por supuesto, no pienso que pueda reemplazar a un profesor humano. Pero podría, por ejemplo, a través de un juego de preguntas y respuestas detectar aquellos puntos más débiles, que sirvan de insights para re enfocar las clases en consecuencia.

En cuanto a lo técnico, creo que se podría experimentar en plataformas diversas, que no dependan de Facebook ya que, según las crónicas, los jóvenes están trasladándose a otras redes y lenguajes como Instagram o Snapchat.

De mi experiencia reciente no puedo afirmar que un chatbot sea una herramienta infalible para cautivar a los millenials. Pero sí puedo conjeturar que traer un dispositivo innovador como éste al aula puede despertar el interés del alumnado sobre trabajos con nuevos medios e incluso reforzar el engagement de los estudiantes con la asignatura.

Por Enrique Fraga

Especialista en comunicación digital e institucional, con más de 10 años de experiencia. Desde hace unos años se interesó por el mundo de los chatbots y asistentes virtuales. Actualmente, da charlas y escribe artículos sobre el tema, llegando a ganar un premio a la innovación en la UADE con un asistente virtual en educación. Adicionalmente es profesor universitario desde 2004 en materias vinculadas con Ciencia de Datos, medios, análisis de audiencias y comunicación digital y cuenta con experiencia en gestión académica. Colabora con diferentes medios de comunicación y forma parte del equipo de comunicación y prensa del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

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